Bangkok, bajo la amenaza de perder una seña de identidad: la comida callejera
Miles de familias viven de esta actividad.
La campaña de las autoridades de despejar las aceras de Bangkok proyecta una sombra de incertidumbre sobre el futuro de miles de familias que viven de los puestos de comida callejera que atiborran la urbe y que son una de las principales señas de identidad de la capital tailandesa.
La preocupación es esta semana palpable entre vendedores callejeros, como los de la céntrica avenida de Ekkamai, que dedican su día a día al comercio de frutas, carne a la parrilla y fideos, en puestos a escasos metros de las señales instaladas en farolas que advierten de que las ventas en la vía pública se prohibirán el próximo 17 de abril.
Una de ellos, que se identifica como Pan, dice que ha vendido cerdo asado en la zona durante los últimos cuatro de sus 57 años y que él y su esposo, Chum, no tienen garantizado el porvenir.
"No podemos encontrar un nuevo espacio para vender nuestra comida, que es lo único que sabemos hacer", se lamenta.
La vendedora Nittaya Potibut, de 40 años, afirma que ella sí que ha encontrado un nuevo lugar para su negocio, pero que le costará 12.000 baht al mes (alrededor de 348 dólares estadounidenses) alquilar un espacio en un edificio de oficinas.
"Si no vendo comida en la calle, tengo que venderla a un precio más caro, lo que significa una pérdida considerable de la clientela", comenta resignada.
Y asegura: "Muchos clientes se han quejado de que no quieren comprar su comida en otro sitio que en la calle".
Durante los últimos diez años, los gastos de esta vendedora, además del coste de los ingredientes de los alimentos, han incluido una multa mensual de 1.000 baht (unos 30 dólares), para poder sacar su negocio adelante.
A esa cantidad se suman los 500 baht (alrededor de 15 dólares) que paga mensualmente a la sala de masaje que se encuentra junto a su puesto, ya que le proporciona agua para cocinar y lavar los cubiertos y los platos.
Actualmente, Nittaya gana al día 5.000 baht (unos 150 dólares) y abre su puesto seis de los siete días de la semana.
Pan, Chum, Nittaya y el resto de vendedores de Ekkamai no son los únicos afectados por la medida.
También para cientos de vendedores de otras zonas del centro urbano, como Thong Lor y Phra Khanong, ha comenzado la cuenta atrás.
Junto a Ekkamai, se trata de los barrios donde la normativa se ha aplicado más recientemente y que no podrán eludir la fecha límite fijada por la Administración Metropolitana de Bangkok (BMA, en sus siglas en inglés).
El desmantelamiento de los puestos de comida callejera y la gestión de las aceras han sido unos de los principales objetivos políticos de la Junta militar que en mayo de 2014 se hizo con el poder.
Para justificar su campaña, las autoridades alegan la necesidad de recuperar las aceras para el normal uso de transeúntes y peatones, aparte de cuestiones de higiene y el eventual peligro de daños en el mobiliario urbano.
Los puestos de comida callejera son, no obstante, uno de los signos distintivos de Bangkok, donde tanto la población local como los turistas extranjeros se han habituado a disfrutar en plena vía pública de las delicias de la cocina tailandesa, una de las más reputadas de Asia.
Para ello no tienen más que gastar unos 70 bath (alrededor de 2 dólares), un precio irrisorio comparado con el que se pide en locales de restauración, que no siempre ofrecen las mismas especialidades con igual calidad.
EFE